
Desde una perspectiva mas acorde con la actualidad, podríamos decir que la neutralidad de la red es uno de los grandes principios sobre los que se ha construido Internet y, consiste en que todo lo que se transmite por la red debe hacerse de la misma forma, sin discriminar ni distinguir el contenido de los paquetes. Neutralidad supone aplicar a todos los datos que circulan por la red el mismo tratamiento, sin que haya prioridad ni jerarquía de unos sobre otros, sin que nadie tenga acceso preferencial y se impida a otros circular o se les disminuya la velocidad.
Esta ha sido la regla desde los orígenes de Internet, pero a medida que Internet se ha convertido en indispensable, no solo para el ocio, sino para los negocios y los servicios, el principio de neutralidad está siendo cuestionado. Todo empezó en Estados Unidos y llego incluso a decirse que era un problema ligado a la falta de competencia en el mercado de telecomunicaciones en EE.UU, pero que no tenia proyección fuera del país, pero estamos viendo que no es así, ha bastado el polémico acuerdo entre Goougle y Verizon para que la cuestión haya saltado a las primeras páginas de la actualidad universal.
Las operadoras, aprovechando la conmoción por el acuerdo y, alegando la excusa de que al ritmo que la gente está demandando servicios de banda ancha (vídeo bajo demanda, música, etc) la infraestructura de Internet se colapsará pronto reivindican sus soluciones, que básicamente consisten en cobrar por el uso que se hace de sus redes esto significa que las grandes empresas que paguen más tendrán prioridad en su despliegue de contenidos de Internet y se las arreglarán sin problemas para pagar lo que les pidan y, los usuarios que seremos los que al final pagaremos las factura encontraremos con más facilidad acceso a los servicios de las empresas favorecidas, pero las pequeñas start-ups o empresas con menos recursos no podrán jugar en igualdad de condiciones.
Si se consiente que las operadoras de telecomunicación empiecen a crear una especie de Internet a su medida con distintos tipos de acceso, algo así como autopistas de "superbanda ancha" para algunos y mantengan pequeñas carreteras polvorientas para los demás a donde relegarían el trafico problemático como el intercambio de archivos en los sistemas Peer-to-pee, las descargas mediante bittorent, o servicios de la competencia como telefonía IP, dando así satisfacción a las industrias culturales, no solo se quebrantaria el diseño y el espíritu de Internet rompiendo el principio de igualdad sino que supondria un freno a la innovación.
Por eso entendemos que la cuestión no es una cuestión tecnológica sino política, que afecta al diseño de la sociedad, a la forma de relacionarnos los seres humanos, al comercio, a la gestión de los servicios públicos, a la cultura y al conocimiento, y por lo tanto debe ser tratado vinculado a otros principios como la universalidad de la banda ancha y en estos momentos también a la tarifa plana mediante un reconocimiento legal expreso con engarce constitucional en el principio de igualdad.
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